Tan valiente y tanto miedo. Cierra su maleta, alegre y desconsolado. Reteniendo firme, prieto el ceño y encogida la nariz, la lágrima que suplica una liberación que no llega. No es momento ahora, se dice a sí mismo mientras avanza hacia el salón en el que se ha ido convirtiendo en un hombre. Atrás quedaron […]
Muchacho de huecos ojos, rellenos de negra nada. De dientes huecos y hueca boca cerrada y vacía. Como tus brazos huecos, porque son huecos si no hay abrazos que los llenen. Tus lágrimas no derramadas terminarán juntándose en nudos en tu garganta y no te dejarán respirar. Las risas que no liberaste serán mueca permanente […]
En algunas ocasiones tengo la tremenda suerte de participar en actividades en la clase de mi hijo Jaime. 25 niños de 4 años. Ya lo imaginaréis: una locura absoluta, pero divertidísima (una vez pasado el shock postraumático), que intento repetir siempre que puedo. La última fue esta semana, y consistía en colorear y recortar unas […]
En tus ojos pícaros, mozuela, ya adivino tus andares descarados. Ay, María, y compadezco a todos los que seguirán tu paso, entimismados. A todos los que rodearán, pa verla, tu carita sabionda y atrevida, tu sonrisa entrecortada y elegante. Adivino, ay María, tu minúscula figura saltando, pizpireta, dando aire al vuelo de tu falda. Y […]
Aquí me tienes: brindando acero al frente y a retaguardia. Sin más escudo que el pecho. Sin más fuerzas que las propias. Aquí me tenéis: con aliento para atender el envite, igual que con aquellos que pasaron. Igual, con los que vendrán. No gané siempre, vive Dios. Quizás debiera decir que nunca gané la guerra. […]
Pasó mucho tiempo hasta que tuve la certeza de haberte perdido sin remedio. Porque cuando la muerte pasa su afilada guadaña por alguno de tus miembros, tan solo queda un hueco, sombrío y fantasma. Vacío, insensible. Luego vienen los días y los meses. Y el hueco ya es tangible y doloroso: herida abierta, carne muerta. […]
Será tu mirada despistada, de ojos pequeñitos y cansados. O tus andares trastabillantes, impacientes, los que me vuelven loco. Quizás sean tus manos, torcidas del trabajo, de la lucha. Fragilidad presunta, desmentida en un instante que aún observo boquiabierto. Trastocada en imposible fortaleza. En columnas de granito que retienen, impasibles, la amargura y la desidia. […]
