Huelva

Petroshop

El sábado me topé de frente con el cartelón pre electoral de Petronila Guerrero. Con 20 años menos merced al infalible Photoshop. No pasa nada, oye, es de lo más normal. Son carteles grandes, una tiene que salir bien. Cuestión de imagen. Justo a su izquierda (curioso dato) estaba Perico, con otro medio kilo de Photoshop, esta vez incorporando el muy onubense fondo del Muelle del Tinto. Casi sin arrugas el hombre. Rostro amable, los dos, y palabras de compromiso inconcreto, también ambos.

Total: carteles políticos, al fin y al cabo. Sin embargo, esta vez me llamó especialmente la atención el uso del Photoshop, tan habitual que nunca reparé en ello hasta el sábado, y su cínico paralelismo con la realidad de la política que se está haciendo, no sé si a nivel mundial, pero sí desde luego a escala nacional, y particularmente en Huelva. La política del Photoshop: falsa, manipuladora. Irreal.

Es cierto que aún no estamos en campaña, y que las propuestas concretas se guardan, a buen recaudo, en los portátiles de los asesores de turno, pero a estas alturas ya deberíamos saber lo que piensan los candidatos a la Alcaldía de la capital (al menos, los candidatos con posibilidades reales) sobre Huelva y su futuro. El panorama no puede ser más desalentador.

Perico se mantiene firme en su propuesta de ‘más vale lo malo conocido’. Inmovilidad hasta el infinito. Nada de nuevas ideas, no sea que se altere el statu quo y se le rebelen los onubensistas de pro que se contentan con una procesión y un plato de habas con chocos. Los imagino, tirándose de sus engominados y enlacados pelos, arrancándose pines y medallas, relatando por haberles cambiado un par de actuaciones de feria y un ‘Mi Huelva tiene una Ría’ por, yo qué sé, una conexión wifi en la Gran Vía. Así que no, mejor no tocar nada, que por ahora nos ha ido bien. Puede que no sea miedo lo que tienen. Para colmo, abundan mentiras o medias verdades, como la de que con la venta de Aguas de Huelva se iba a saldar la deuda con los proveedores. Firmamos el talón, sonrisa en la boca: “proveedores, ya os he salvado”. Lo digo porque lo sé: es mentira.

Petronila, por contra, debería presentarse como la alternativa necesaria. La nueva opción, la de las nuevas ideas y proyectos de cambio. Lo está intentando tímidamente, pero no podemos creerla. No, porque sigue cimentando su política en la manipulación y la mentira. La última aparición del AVE en nuestras vidas es una clara muestra de ello: “estará en 2014”, nos dicen, a sabiendas de que es falso, de que ni siquiera se ha licitado la redacción de los proyectos de los diferentes tramos. Y si no está para entonces, aseguran, es porque Perico no consigue los terrenos para la estación que va a construir Adif (y que será, por cierto, la primera estación de tren a la que no llegan trenes, más que nada porque no hay vías). Auto proclamada firme defensora de Huelva y los onubenses, aunque ni siquiera conocía la ciudad más allá del camino entre Aljaraque y la Gran Vía, o eso parece a juzgar por el asombro permanente manifestado en sus recientes visitas a los barrios.

Photoshop al poder. Nunca mejor dicho. Photoshop en los carteles de una política de Photoshop. Pero cuidado, porque el listo es listo hasta que el tonto quiere, y tomar a los ciudadanos por tontos puede resultar electoralmente útil por un tiempo, pero dice muy poco de quienes lo hacen. De su ética y de su vista. Ya lo decía la moraleja del cuento del lobo: mentir tanto termina pasando factura. El desprecio hacia la clase política es hoy un clamor, aunque lejos de aprender, ellos responden con más mentira y nuevos ejemplos de su cinismo. Photoshop forma ya parte de nuestras vidas, así que tendremos que aprender a usarlo o a identificarlo. Apuesto por lo segundo.

Nota: Sí, lo sé. Podría haber titulado este post como ‘Pedroshop’. Al fin y al cabo sólo hay que cambiar una letra. Lo he pensado durante un par de días, no se crean, pero al fin y al cabo fue ella la que inspiró esta entrada. Y hay que darle su sitio. Oye.

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