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Tramposos

No soy de hacer trampas. Llamadme gilipollas, pero no me van. Tampoco es que las odie, pero es que no me salen. Conozco a tramposos y conozco trampas, y confieso que a menudo admiro la brillantez de algunas de ellas. Otra cosa es que me las trague. Eso no. Las calo bien: Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, fundamentalmente porque la memoria es, en la trampa y en la mentira, un elemento esencial. Y un servidor, despistao casi de forma permanente, posee sin embargo una memoria ‘curiosa’, especialmente para recordar situaciones contradictorias.

En cualquier caso, no estoy escribiendo para hablar de mí, sino de la trampa. Y viene esto a cuento porque estoy empezando a preocuparme por cierta actitud que se está multiplicando como los Gremlins en las redes sociales: los perfiles falsos o impersonales. He recibido varias solicitudes de amistad de ¡cosas! Bares, servicios de azafatas (a-z-a-f-a-t-a-s, cuidao), casas de coches… incluso alguna onomatopeya que otra me ha pedido que sea su amigo. Suelo rechazarlas por defecto, salvo que conozca a la persona en cuestión que anda detrás (y no siempre). La trampa es sencilla: te haces un perfil ILEGAL en Facebook, por ejemplo, comienzas a hacer solicitudes de amistad a diestro y siniestro. El tramposo aprovecha la debilidad de la peña, que parece que disfruta acumulando ‘amigos’ (a costa de su privacidad, te recuerdo), y termina agrupando en el perfil de su empresa, idea, puticlú o equipo de fútbol a centenares e incluso miles de amigos que, sin darse cuenta, han abierto las puertas de su vida a entidades impersonales que obviamente no buscan ser tus amigos, sino VENDER (productos o ideas). Algunos van más allá y estudian tus gustos, debilidades o preferencias sexuales, por poner unos ejemplos.

Esto es hacer trampas. Los perfiles de Facebook están hechos para personas. Sobre ese planteamiento lo creó, y así funciona, el amigo Zuckerberg. Para ideas y empresas se diseñaron las páginas. Su funcionamiento es muy distinto, porque fundamentalmente se basan en la imposibilidad de invadir la intimidad de los usuarios si estos no quieren. Además, para conocimiento del respetable, una página permite muchas más posibilidades que un perfil: es completamente visible para todo el mundo (no es necesario registrarse en Facebook para ver la página), no hay límite de amigos, los seguidores no necesitan confirmación por tu parte para unirse a tu página, que además tiene algunas posibilidades de personalización muy recomendables.

Los tramposos buscan el camino más corto hacia el éxito. Pero no siempre lo más rápido, o lo más fácil, es lo mejor, por no hablar de lo que demuestra sobre los principios de la persona en cuestión. Si es que alguien se acuerda de lo que era eso.

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